Un chico singular sin lugar a
dudas, su rostro era muy atractivo, blanco, cabello lacio, castaño, delgado,
con músculos grandes aunque no definidos, le daban un cuerpo atractivo, de
personalidad dulce, inteligente, definitivamente un buen partido, pero no para
mí, demasiada inocencia y dulzura me hacen sentir como un bandido, esa noche el
llego a mi casa, su hermana lo fue a dejar a mi casa para que pudiéramos
estudiar juntos, aunque es obvio, que aunque nunca lo hablamos, él tenía ganas
de mí, creo que más de las que yo tenía de él.
Entro en mi casa y era obvio que
no íbamos a estudiar, eso él lo sabía nuestro plan era jugar videojuegos, ver
tv y pasar un rato de diversión sana, pero las cosas no salieron como habíamos
planeado, salieron mucho mejor. Fuimos directo a mi cuarto, vimos la tv,
jugamos un poco, caricaturas, hasta que yo me decidí a divertirme esa noche, lo
cual sabía era arriesgado pues no sabía cómo respondería a mi propuesta, el
usaba lentes, lo que le daba un aire de intelectual a su corta edad, así que se
los quite, y los puse fuera de su alcance, entonces le pregunte: -¿te gusto?,
él se quedó sin palabras no podía articular palabra, así que yo seguí adelante
con mi plan, y le pregunte: -¿Qué tal si jugamos a algo más interesante?, se me
quedo viendo sin variar su expresión, entonces seguí diciéndole que podía hacer
que pasara un momento muy agradable, él se sobresaltó y me pidió que le pasara
sus lentes, yo le conteste que me respondiera y que se los daba, él me dijo que
tenía que irse y que le entregara sus lentes, yo aún no había terminado, le
dije que me diera un beso y que le entregaría sus lentes, él se enojó conmigo y
empezó a asustarse y pedir que le pasara sus lentes una y otra vez, podía ver
la ira y el miedo mezclados en sus ojos, tome sus lentes y decidí jugar mi
última carta, tome sus lentes en mi mano, me acerque mucho a su rostro, vi la confusión en sus ojos, le
susurre al oído: -¡yo puedo hacer que cambies de parecer, y te quedes!, entonces
suave y lentamente deposite un beso en su sus bonitos y delineados labios
rosas, tan pronto lo hice vi como la expresión de su cuerpo se relajó, como se
lo prometí después de ese beso le entregue sus anteojos, entonces le pregunte
al oído: ¿Aun tienes ganas de marcharte? Él se quedó en silencio y la expresión
de su rostro había cambiado, solo prevalecía la confusión, si se iba, se
mantenía ecuánime con sus ideales y educación, más si se iba se perdería de la
oportunidad que el mismo sabía bien de deseaba tener. Por fin decidí ayudarlo a
decidirse y comencé a besarlo lenta y apasionadamente, a acariciar su rostro,
lenta y suavemente, muy despacio para no asustarlo deslice suavemente mi mano
bajo su playera, su torso era muy suave, no tenía más de 22 años, poco a poco
logre que él se sintiera cómodo, hasta que estire mi mano para apagar la luz,
él ya había caído en mi red, una red en la que todos caen por decisión propia,
por eso cuando una presa se resiste como en este caso él lo hizo, hace que la
caza de la bestia sea más emocionante. Poco a poco nos despojamos el uno al
otro de nuestras prendas que tanto nos estorbaban, él era un hombre joven con
unas piernas magnificas, musculosas, marcadas, con poco vello, un pecho fuerte
con vello, una espalda ancha y fuerte, la blancura de su piel era algo muy
bonita aunque admito que prefiero a los chicos bronceamos, pero él era todo lo
que yo podía desear aquella noche, con una cuerpo fuerte y alma que parecía
inocente y ávida de pasión. Estábamos desnudos, ambos admirando la belleza de nuestros cuerpos, entonces me acerque nuevamente a su oído y le
pregunte; ¿Aun tienes deseos de irte?, él me respondió de la misma forma: -No,
creo que ya no, yo lo tome fuertemente de la cintura y comencé a besarlo ahora
de una forma más salvaje, con más pasión, y respondió de la misma forma, me
beso el cuello, entonces lo tome de la cabeza y lo baje hasta la parte de mí
que tenía más ánimos, él lo sujeto y me dijo que nunca lo había hecho, yo le
dije que lo intentare, de forma un poco desconcertada lo metió a su boca y empezó
a jugar con él, vi como poco a poco despertó la lujuria en él, estaba más
excitado y desinhibido, disfrutando el acto, con su lengua, sus labios
besándolo, poca poco hasta que lo forcé a ponerlo todo en su boca, él no se
resistió, sino más bien se sometió a mi voluntad, yo comencé a acariciar su
espalda, y sus redondeados y grandes glúteos, cuando la hora llego de yo querer
introducirme en él, el nuevamente estaba temeroso, y con frases que he
escuchado muchas veces, exclamo: ¡Esta muy grande, me va a doler, no creo poder!,
y yo conteste de la forma en que suelo siempre responder, tu relajare, lo hare
despacio y con mucho cuidado, y si te duele o no te gusta, te prometo que te la
saco y no habrá problema, temeroso acepto, así que me puse un preservativo, y
él se recostó sobre su espalda, yo puse sus piernas sobre mis hombros y poco a
poco comencé a penetrarlo, la expresión de su boca abierta aspirando aire y
apretando los ojos me éxito aún más, con un poco de trabajo estaba por fin
totalmente adentro, yo comencé a meterlo y sacarlo lentamente, y poco a poco él
se relajaba y su mano deje de apretar mi brazo poco a poco, y los gemidos de
placer empezaron a salir de él poco a poco, mientras yo comenzaba a incrementar
la velocidad y la fuerza poco a poco, él decía una y otra vez; -¡me alegra
haberme quedado!- y lo mucho que le gustaba haberse decidido a quedarse, hasta
que la velocidad era muy rápido y él se vino sobre su pecho, yo me vine casi al
mismo tiempo cuando él decía; -¡ya sácalo que me duele mucho!, se lo saque una
vez me había venido, una vez afuera, me incline, lo bese, y fui al baño a
limpiarme, el me alcanzo y me beso, regresamos a la habitación, me pregunto si
podía quedarse conmigo a dormir, a lo que yo respondí afirmativamente, aunque
sabía que él no era el chico adecuado para mí, su personalidad frágil e
inocente me atraía mucho, llamo a su hermana para que no lo pasara a recoger
sino hasta la mañana.
Nos metimos a la cama desnudos,
viendo la televisión, el recostó su cabeza sobre mi pecho y comenzó a platicar
conmigo, no sabía cómo responder a sus preguntas, pues era obvio que ese chico
no solo quería quedarse en mi casa sino en mi vida, de la forma más educada le
dije que me gustaba mucho, pero que en ese momento no sabía si una relación
sería era lo que podía afrontar ya que hacía no mucho tiempo había terminado
con mi ex, el primero el mi vida, él lo tomo muy bien, y me dijo que estaba
feliz de conocerme y quizá después yo cambiaria de parecer, entonces el comenzó
a juguetear conmigo bajo las cobijas, yo estaba listo para el segundo round,
aunque confundido, le pregunte; -¿estás seguro de que quieres hacerlo de
nuevo?, No quero lastimarte-, una leve sonrisa se asomó en sus labios y
contesto; estoy bien, quiero hacerlo de nuevo, entonces me beso y ya desnudos
comenzamos a tocarnos de nuevo, la luz del televisor hacía que su piel
pareciera más rosa, más viva, esta vez ya no hubo tanto juego previo, cogí un
nuevo condón y me lo coloque, lo volteé y quedo recostado, su cuerpo era largo
bien formado, un hombre joven bien parecido, dispuesto a que yo lo poseyera,
sin muchos preámbulos me incline y lo penetre, sus glúteos grandes y carnosos,
daban una sensación muy placentera, aunque la penetración fue más fácil que la
primera vez, la sensación de estrechez era la misma, yo lo embestí con ánimo, y
con confianza de no refrenar mis instintos, pude ver como el mordía la almohada
para no gemir, poco a poco lo fui acomodando hasta hacer la posición clásica en
la que el queda en cuatro así yo pude tomarlo por atrás y golpear sus glúteos
mientras lo galopaba, él se movía rítmicamente y nuevamente decía lo mucho que
le gustaba y que se alegraba de haberse decidido a quedarse conmigo, yo lo
apretaba fuertemente de la cintura mientras apresuraba mis movimientos, él
estaba sudando, y yo también podría sentir como corrían las gotas de sudor por
mi cara y mi espalda, él se incorporó sobre sus rodillas y la fricción hizo que
me vinera mientras él se venía en su mano para no manchar las sabanas. Esa
noche dormirnos juntos, el feliz por estar conmigo y yo culpable por no poder
llegar a sentir lo que el en sus adentros deseaba de mí, no lo he vuelto a ver,
ya ha pasado mucho tiempo, aunque sé que nos volveremos a ver, espero que esta
vez él no sea tan inocente, así poder actuar sin temor a herirlo.